AUTOESTIMA INFANTIL

AUTOESTIMA INFANTIL

Todos en algún momento hemos oído hablar de autoestima, pero ¿qué es la autoestima?. La podríamos definir como la manera en que nos evaluamos y nos percibimos a nosotros mismos, basándonos en los pensamientos, sentimientos y sensaciones que vamos recopilando de nosotros mismos a lo largo de la vida.

El desarrollo de la autoestima se inicia desde el nacimiento y se va desarrollando, evolucionando, cambiando, mejorando o deteriorándose durante toda la vida. Pero el desarrollo de la autoestima en las etapas de la niñez e infancia se considera un elemento básico en la construcción de la personalidad de los niños. De hecho, una buena autoestima no solo mejora el estado emocional del pequeño sino también sus relaciones sociales y potencia su desarrollo cognitivo.

En este sentido, la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de Pediatría asegura que los niños con una autoestima adecuada se sienten más seguros de sí mismos, tienen más amigos y pueden discernir con mayor facilidad lo que hacen bien y mal.

Asimismo, la autoestima influye en la capacidad de los niños para afrontar nuevos retos, desarrollar diferentes habilidades y ser más autosuficientes. De hecho, los niños con buena autoestima suelen ser más empáticos y asertivos, a la vez que aprenden con mayor facilidad y son más creativos. Por lo general, estas cualidades se van formando con el paso del tiempo, como reflejo de la percepción que los demás y, en especial, los padres, tienen del niño.

Para fortalecer la autoestima infantil es necesario la participación de los padres o de las personas que están a cargo de la crianza del niño o niña.

El niño debe ser valorado y aceptado en su familia, durante su desarrollo físico y psicológico va identificando sus capacidades como también las limitaciones, en tal sentido es importante que los padres aprendan a manejar o controlar las dificultades o aspectos negativos del niño para así ayudarles a superar aquellas cosas difíciles para él. Es recomendable que durante este proceso no se utilice un lenguaje despectivo, descalificador y desvalorizante, porque el niño o niña cree todo lo que le dicen sus padres y estos “pensamientos” o “creencias” va quedando internalizado en el niño para el resto de su vida.

En realidad, es todo un proceso para instalar la seguridad y fortalecer la autoestima en los niños y niñas porque va a depender del autoconcepto que tiene el niño de sí mismo y este autoconcepto es producto de los mensajes positivos o negativos que ha recibido de su entorno familiar y social.

Por lo tanto, como padre…¿Qué puedo hacer para fomentar la autoestima en el niño?

  1. Dales responsabilidades y fomenta la autonomía.

Permitir que el niño participe en algunas tareas y decisiones del hogar y dejar que tome pequeñas decisiones personales es una manera para estimularlo a ser más independiente y autosuficiente. De esta forma, sentirá que su participación es importante y necesaria y, por ende, su autoconfianza y seguridad personal se irán fortaleciendo.

  1. La imposición de límites y disciplina también influye en el desarrollo de una buena autoestima.

 Pero estos límites, deben ser precisos, claros y adecuados. La disciplina debe aplicarse con firmeza, respeto y amor. Los padres con buena autoestima, sirven como ejemplo a sus hijos, pues de ellos aprenden que los errores son oportunidades de aprendizaje, en lugar de fracasos, que los desafíos son elementos naturales de la vida y a tener confianza en sus propias capacidades.

Por el contrario, en un hogar de baja autoestima, los hijos aprenderán que los problemas deben ser resueltos por otras personas y temerán al fracaso, desarrollando una baja autoestima.

  1. Destaca sus logros y su esfuerzo.

Celebrar los logros del niño y destacar sus cualidades es una buena manera para estimular su autoestima; sin embargo, también es importante destacar su esfuerzo, más allá del resultado obtenido. De esta manera, el niño comprenderá que no solo son importantes los resultados sino también el empeño y el compromiso que ha puesto en la tarea.

  1. Evita las comparaciones cuando hace algo mal.

Comentarios como ¿Por qué no eres como tu hermano? o tu primo saca mejores notas….solo le recordará a tu hijo sus defectos. De hecho, es probable que se sienta avergonzado, no querido, envidie al otro y hasta presionado por competir con esas personas con las que siempre le comparas. Tampoco son buenas las comparativas en positivo “eres el mejor de la clase”, este tipo de frase puede generar miedo a no ser lo suficientemente bueno como para satisfacer sus expectativas. Lo mejor es que no le compares, simplemente dile lo mucho que lo quieres, destaca sus cualidades positivas y cuando tengas que hacer una crítica, asegúrate de que sea constructiva.

  1. Préstale la atención necesaria.

Dedicarle tiempo a tu hijo no es solo un acto de amor, es una obligación. La atención de los padres trasmite un mensaje muy claro a los niños: “Eres importante para mí, te quiero”. Cuando pasas tiempo de calidad con tu hijo y le escuchas, aprendes a conocerle y conectas emocionalmente, creando un vínculo afectivo que difícilmente se romperá en el futuro. No pienses que porque tu hijo es pequeño, no tienes opiniones y gustos, es importante que siempre prestes atención a lo que tiene que decir.

  1. El deseo y las expectativas que tienen los padres con respecto a sus hijos.

El deseo que tienen los padres sobre el hijo que vendrá y tendrán, entendiendo al deseo como lugar que ocupa en las fantasías, anhelos, necesidades conscientes e inconscientes de los padres. Cada miembro de la pareja puede tener con respecto a un hijo diferentes expectativas, que pueden ser más o menos rígidas: “quiero que sea un gran deportista” o flexibles “me gustaría que sea deportista, pero si no quiere que sea lo que quiera”, “que haga lo que le hace más feliz”. Según como sean estos deseos y su grado de rigidez determinará en gran medida el lugar que ocupará el niño en la familia y le diferenciará de sus hermanos. Cada hijo es deseado de diferente manera y se esperan de él las cosas más diversas. Por ejemplo, si quiero que mi hijo no pase las necesidades por las que pase yo en mi infancia, es probable que esté sobreprotegido, difícilmente diga que no. O si “quiero que mi hijo sea siempre el mejor y llegue más lejos que yo”, la tendencia puede ser de exigirle siempre más y de mostrarle insatisfacción por si no es el mejor.

Por ello, las expectativas con la que se espere al niño y lo rígidas que sean, marcarán en parte como se construya la autoestima.

Mª Carmen Serrano (Psicóloga Infantil)

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